martes, 22 de julio de 2025

El día que Muñoz Seca estuvo a punto de matar... de risa

 Muñoz Seca contaba con humor una curiosa y a la vez dramática experiencia vivida en el Teatro de la Comedia de Madrid durante la representación de su obra Faustino. Entre el público estaba un espectador andaluz, procedente de Jaén, que padecía problemas cardíacos. Este hombre, que había viajado especialmente a Madrid para consultar a un especialista, decidió asistir a la función con la esperanza de distraerse.

Durante la obra, cuando las risas del público alcanzaban su punto más intenso, el espectador dio un grito inesperado y se agarró con fuerza a su butaca: había sufrido un síncope cardíaco provocado por la emoción y la risa. De inmediato, acudieron en su ayuda el médico don Julio Urdizan, así como el personal del teatro, que lo trasladaron rápidamente al cercano Hotel París para recibir atención médica.

Lo que siguió fue casi de película: durante la madrugada, con el hombre todavía bajo tratamiento, rodeado por médicos y allegados, comenzó a dictar su testamento, probablemente creyendo que estaba al borde de la muerte. Con voz débil y entre inyecciones, dejó en herencia sus tierras, casas y olivos a sus familiares, una escena dramática que contrastaba con la naturaleza cómica de la obra que había provocado su desmayo.

Afortunadamente, el hombre se recuperó y pudo regresar a Jaén, pero esta experiencia dejó una huella profunda en Muñoz Seca. Cada vez que se acercaba la temporada de felicitaciones navideñas, recordaba a aquel espectador que estuvo “a punto de morir de risa” por culpa de una de sus comedias, lo que le hacía reflexionar sobre el poder del humor y sus efectos, a veces inesperados.

Biblioteca Nacional de España, 1931.


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