lunes, 19 de mayo de 2014

La conquista de Jerusalén y la física de las armas de asedio



En el año 1095, el Papa Urbano II al grito de “Dios lo quiere” hizo una apelación a todos los cristianos de Occidente con el fin de conquistar Tierra Santa, comenzaban así las cruzadas, 8 campañas militares  que tuvieron lugar entre los años 1096 y 1291.

En 1096 partió desde Europa un gran ejército dividido en  cuatro grandes grupos hacia Jerusalén. Tras conquistar varias plazas en Siria, en junio de  1099 se plantaron 13000 cruzados ante  las puertas de Jerusalén, dos tercios  de los que habían partido de occidente (los demás habían muerto o desertado). 



Era común emplear en los asedios medievales  torres de asedio y catapultas. El principio físico que rige el funcionamiento de las catapultas es el de convertir la energía potencial elástica almacenada en la catapulta en energía cinética, lanzando piedras de hasta 90 kg pero a poca distancia. Esta energía la almacenaban de dos formas, por tensión al tensar un metal o madera o por torsión al “torcer” unas cuerdas.

En el programa A Hombros de Gigantes de RNE de hoy, 19 de mayo,  y dentro de la sección dedicada a explicar grandes hechos históricos, mitos y leyendas desde el punto de vista de la física, hablamos de la conquista de Jerusalén por parte de los cristianos durante la Primera Cruzada para explicar cómo funcionaban,  desde el punto de vista físico, algunas armas de la época. Puedes escuchar el podcast del programa en el siguiente enlace.

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