En
el anterior programa de a Hombros de Gigantes y dentro de la sección que
explica grandes hechos, mitos y leyendas desde el punto de vista de la física,
nos trasladamos en el tiempo hasta 1493, durante el segundo viaje de Cristóbal
Colón, para explicar el fenómeno conocido como fuego de San Telmo.
Durante
el segundo viaje, Colón dispuso de mayor dotación de barcos y hombres ya que no
se trataba como en primero, de un mero viaje de expedición. Hernando Colón,
hijo del almirante y cosmógrafo, bibliógrafo y autor del libro Historia del almirante don Cristóbal Colón
narró las andanzas de su padre durante este viaje y dejó escrito el siguiente
pasaje referente a la noche del sábado
del 26 de octubre de 1493:
“El mismo sábado, de noche, se vio el fuego de
San Telmo, con siete velas encendidas, encima de la gavia, con mucha agua y
espantosos truenos. Quiero decir que se veían luces que los marineros afirman
ser el cuerpo de San Telmo, y le cantan letanías y oraciones, teniendo por
cierto que en las tormentas donde se aparezca, nadie puede peligrar. Pero sea
como sea, yo me remito a ellos, porque si damos fe a Plinio, cuando aparecían
semejantes luces a los marineros romanos en las tempestades del mar, decían que
eran Castor y Polux, de los que hace mención Séneca al comienzo del libro I de
sus Cuestiones Naturales”.
Este
resplandor azulado que se produce en los
extremos de los mástiles, que no es un fuego aunque lleve este nombre, es
conocido desde muy antiguo por los navegantes.
Aprovechamos
aquel pasaje para explicar cómo se produce este fenómeno. Puedes escuchar el
programa si pulsas sobre el siguiente enlace.
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