La primera vuelta de las elecciones generales de España de 1931, consideradas a Cortes Constituyentes, se celebró el 28 de junio de 1931. En las vísperas de unas elecciones que marcarían el rumbo de la Segunda República Española, Sevilla tuvo un intento frustrado de sublevación con tintes revolucionarios, donde sargentos rebeldes y discursos incendiarios anunciaban la posibilidad de proclamar una "República libre de Andalucía". Al centro de este embrollo político-militar se encontraba una figura tan carismática como controvertida: Ramón Franco, aviador héroe del Plus Ultra y hermano del futuro dictador Francisco Franco.
En los días previos a las elecciones, Sevilla vivía un ambiente extraño. A pesar de que en las calles todo parecía continuar con una cierta apariencia de normalidad, corrían rumores cada vez más alarmantes. La campaña de los partidos de izquierda más radical, en particular comunistas y anarquistas, incluía discursos en los pueblos donde se incitaba a los obreros a abandonar el ocio, comprar armas y prepararse para "tomar Sevilla" y proclamar una república socialista.
Los relatos que traían algunos campesinos desde localidades como Morón contribuían a aumentar el pánico en los sectores burgueses y conservadores. Se hablaba de un inminente alzamiento, de repartir tierras, de tomar las fábricas y eliminar a los "señoritos". A ese contexto se sumaba la aparición de Ramón Franco como candidato por Sevilla, hecho que generó desconcierto incluso entre los círculos republicanos moderados.
Ramón Franco no era un personaje cualquiera. En 1926, había protagonizado la hazaña aérea del Plus Ultra, uniendo por primera vez España y América del Sur en hidroavión, lo que le valió fama internacional. Pero su trayectoria tomó un giro inesperado: desde el Ejército del Aire saltó a la política con una inclinación clara hacia el republicanismo y el socialismo revolucionario.
Su aparición en la campaña sevillana causó estupor. Mientras que los círculos aristocráticos lo veían como un perturbador, su figura era reverenciada por los sectores populares, que lo identificaban con un espíritu rebelde. Para muchos obreros y campesinos empobrecidos, su discurso conectaba con la promesa de una transformación radical.
El punto álgido de este episodio tuvo lugar en el aeródromo de Tablada, donde comenzaron a llegar misteriosos aparatos procedentes del norte de África. Se decía que eran "amigos de Franco" (Ramón), venidos a verle. Aunque oficialmente no se les atribuía ninguna función concreta, la atmósfera era de creciente tensión.
Según la información que llegó al Gobierno, el plan era lanzar proclamas desde el aire para incitar a la guarnición a proclamar la República de Andalucía. En caso de negativa, se hablaba de bombardear cuarteles, bancos y edificios oficiales desde el aire. Paralelamente, una columna de campesinos avanzaría sobre Sevilla.
Todo esto coincidía con una estrategia propagandística sin precedentes: avionetas sobrevolaban la ciudad arrojando panfletos con el lema "¡Viva Andalucía libre!", exigiendo reparto de tierras y participación obrera en las fábricas.
El plan, sin embargo, nunca llegó a ejecutarse. La llegada del general Sanjurjo a Sevilla, con su autoridad militar y su fama entre los sectores castrenses, sirvió para desactivar parte de la conspiración. El sábado, día señalado para el alzamiento, algunos sargentos de Tablada se sublevaron en protesta por la destitución de Ramón Franco y el también aviador Rexach. Sin embargo, no lograron arrastrar al resto de las tropas. La oficialidad permaneció leal al Gobierno y, con el comandante Barión al mando, desarmaron a los sublevados, tomaron los armeros y se aseguraron el control del aeródromo.
Las elecciones se celebraron finalmente con una sorprendente normalidad, aunque con una notable vigilancia militar y policial. La participación fue alta, y el pueblo sevillano votó masivamente a los partidos de izquierda. Triunfó la coalición republicano-socialista, aunque también obtuvieron representación figuras radicales como el propio Ramón Franco y el poeta revolucionario José Antonio Balbontín.
El intento de sublevación quedó como un episodio oscuro, pero dejó huella. Fue un aviso temprano de los conflictos ideológicos y sociales que desgarrarían España pocos años después. Este incidente, hoy casi olvidado, revela las complejidades de una época marcada por tensiones irreconciliables. En Tablada no estalló la revolución, pero sí se encendió la chispa del miedo, la polarización y la incertidumbre.
Ramón Franco siguió participando en política. Fue elegido diputado por Barcelona en 1931 y nombrado Director General de Aeronáutica. Sin embargo, sus relaciones con el Gobierno republicano se fueron deteriorando. Paradójicamente, con el paso del tiempo, su posición política dio un giro radical. Al estallar la Guerra Civil en 1936, Ramón Franco se unió al bando franquista, lo que provocó un enorme desconcierto entre quienes lo veían como un icono republicano. Murió en un accidente aéreo en 1938.
Biblioteca Nacional de España, 1931.
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