La nevera de hielo de 1931 en España, fue un aparato innovador diseñado para mantener los alimentos y bebidas frescos y consumían entre 2 y 3 kilos diarios de hielo para conservar la temperatura adecuada.
Su construcción era robusta. El aislamiento se realizaba con placas de corcho aglomerado. El exterior estaba hecho de madera contrachapada pintada con un sistema industrial que facilitaba su limpieza y resistencia. Contaba con un depósito de hielo y agua de aproximadamente 4 litros, con acceso independiente, además de componentes metálicos niquelados, estantes de tela metálica y una válvula de desagüe para el mantenimiento.
En contraste, las neveras actuales son electrodomésticos completamente eléctricos que no requieren hielo para su funcionamiento, lo que ha simplificado enormemente su uso y mantenimiento. Utilizan sistemas de refrigeración basados en compresores y refrigerantes que mantienen temperaturas constantes con alta eficiencia energética. Además, cuentan con compartimentos especializados para diferentes tipos de alimentos, control digital de temperatura, funciones de descongelación automática y diseños mucho más compactos y estéticos, adaptándose a las necesidades modernas de almacenamiento y conservación de alimentos.
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