sábado, 12 de julio de 2025

El calendario de trece meses: una reforma que nunca llegó

A principios del siglo XX, surgieron diversas propuestas para reformar el calendario con el objetivo de crear un sistema más ordenado, uniforme y funcional para la organización del tiempo. Una de las más comentadas fue la propuesta del calendario de trece meses, un sistema que prometía simplificar la vida moderna. Aunque la propuesta fue seriamente debatida en los años 1920 y 1930, especialmente por el Comité de Reforma del Calendario de la Sociedad de Naciones, nunca se aprobó ni se implementó oficialmente en ningún país del mundo.

El calendario de trece meses, también conocido como Calendario Mundial Permanente, planteaba dividir el año en trece meses de 28 días cada uno, sumando un total de 364 días. Para alcanzar los 365 días del año solar, se añadiría un día extra sin fecha fija, llamado “Día del año” o “día complementario”, que no pertenecería a ningún mes ni día de la semana. En los años bisiestos, se sumaría un segundo día extra.

Este modelo ofrecía ventajas claras: cada mes tendría exactamente cuatro semanas completas, y cada día del mes caería siempre en el mismo día de la semana. Por ejemplo, el 1.º de cada mes sería siempre domingo, el 2 sería lunes, y así sucesivamente.

Además, se proponía la creación de un nuevo mes llamado "Sol", que se ubicaría entre junio y julio, manteniendo así la secuencia estacional.

Ventajas del nuevo sistema

  • Regularidad y previsibilidad. Al tener meses idénticos y semanas fijas, la organización de calendarios escolares, comerciales y laborales sería mucho más sencilla.

  • Facilidad en estadísticas y planificación. Las comparaciones entre periodos iguales serían más exactas, al eliminar la variación actual de días entre los meses.

  • Simplificación de la contabilidad y calendarios industriales. La homogeneidad facilitaría cálculos financieros y presupuestarios.

¿Por qué no se implementó?

A pesar de las ventajas técnicas, el calendario de trece meses encontró una fuerte resistencia:

  1. Oposición religiosa. El día “fuera del calendario” rompía la secuencia ininterrumpida de siete días que rige los ciclos religiosos, como el domingo cristiano o el sábado judío. Para muchas confesiones, esto era inaceptable.

  2. Costumbre y tradición. El calendario gregoriano estaba ya profundamente arraigado en la cultura global, y modificarlo implicaba un cambio masivo en la vida cotidiana.

  3. Falta de consenso político. Aunque la Sociedad de Naciones (precursora de la ONU) creó un comité para estudiar las propuestas en los años 1930, no se logró un acuerdo internacional.


International Fixed Calendar League.



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