En una entrevista realizada por Juan G. Olmedilla en marzo de 1932, Manuel Azaña, presidente del Consejo de Ministros de la Segunda República, respondió con ironía a la pregunta sobre qué haría ante un golpe de Estado, afirmando que “nadie cree en brujas, pero hablar demasiado de ellas ha causado muchos males”. Con esta metáfora, Azaña advertía contra el alarmismo político: hablar insistentemente de dictaduras o conspiraciones podía convertir el miedo en realidad.
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