domingo, 25 de mayo de 2025

El Banco Español del Río de la Plata, actual Instituto Cervantes

 El Banco Español del Río de la Plata fue una destacada entidad financiera hispano-argentina fundada en 1887. Durante las primeras décadas del siglo XX, se consolidó como uno de los bancos privados más importantes de América del Sur, con sucursales en ciudades argentinas y europeas, incluyendo Madrid, Londres y París.

En 1947, el banco se fusionó con el Banco Central, y posteriormente, en 1991, con el Banco Hispano Americano, formando el Banco Central Hispano. En 1999, esta entidad se integró al Grupo Santander. En Argentina, el Banco Español del Río de la Plata fue adquirido en 1988 por varios bancos locales y más tarde absorbido por el Banco Río, que eventualmente se convirtió en parte del Banco Santander.

Actualmente, el Banco Español del Río de la Plata ya no existe como entidad independiente. Sin embargo, su legado perdura en edificaciones emblemáticas como el Edificio de las Cariátides en Madrid, que albergó su sede y desde 2006 es la sede del Instituto Cervantes.

¿Cómo era este banco en  1931?

Era una auténtica fortaleza de acero y piedra. En aquella época, cuando alguien tenía más dinero del que podía depositar en una caja de ahorros, lo natural era llevarlo a un banco. Estos lugares no eran solo oficinas financieras: eran edificaciones diseñadas exclusivamente para la seguridad, con estructuras imponentes que inspiraban respeto y confianza.

Al ingresar, se observaban amplias balconadas que rodeaban un gran salón central, diseñado de forma que todo el espacio resultaba visible desde lo alto, con una estética avanzada para su tiempo. En los sótanos, la estructura recordaba a una auténtica 'cárcel' del dinero: muros de varios metros de espesor y un entramado de vigas de hierro proporcionaban una sensación de máxima seguridad y robustez.

El mecanismo que abría la enorme puerta de la caja fuerte era una puerta circular de doce toneladas que solo podía abrirse a la hora establecida el día anterior, gracias a un complejo sistema de relojería. 

Durante las noches, el banco era patrullado por vigilantes  equipados con armas y una especie de reloj de control. Cada media hora debían marcar con llaves encadenadas en diferentes puntos del edificio. Así se aseguraban de que no se quedaran dormidos ni omitieran su ronda. Era un sistema ingenioso, mecánico, pero efectivo.

El banco estaba construido sobre corrientes de agua subterráneas, lo cual añadía otra capa de protección. Y, para llegar al dinero, habría que entrar, burlar a los guardias, atravesar muros de cuatro metros, forzar una puerta de acero de doce toneladas y sortear una reja más... casi una misión imposible.

En todos los rincones había medidas de seguridad: combinaciones secretas, alarmas, cajas pequeñas internas, mecanismos automáticos. 





Biblioteca Nacional de España,  1931.




No hay comentarios:

Publicar un comentario