En 1931, Madrid fue testigo de un espectáculo inusual y divertido: una carrera de camareros celebrada en el Paseo de Coches del parque de El Retiro. El evento, que reunió a cerca de cien participantes, consistía en recorrer una distancia con una bandeja en la mano que llevaba una botella y una copa sin derramarlas. Aunque parezca increíble, la mayoría logró regresar con el “servicio” intacto, demostrando una habilidad y agilidad sorprendentes.
Este tipo de competencia no era nueva: ya se había intentado organizar una previamente en el Paseo del Prado, pero fue suspendida por el caos y la falta de control. En esa ocasión, el público se mezcló con los corredores, interrumpiendo la carrera y provocando la caída de las bandejas de varios participantes. Por ello, en El Retiro se reforzó la seguridad con presencia policial, incluyendo motoristas y guardias a caballo, quienes despejaron el recorrido y mantuvieron el orden.
El ganador de la carrera fue Antonio Ruiz, un joven camarero que no trabajaba en un bar o restaurante tradicional, sino en una chocolatería de la plaza del Progreso. A pesar de ello, cumplía con los requisitos del concurso, ya que las bases solo exigían ejercer el oficio de camarero. Ruiz, también conocido por su peculiar segundo nombre “Abelisario”, se inscribió por sugerencia de amigos y se entrenó durante varios días por la noche en el Paseo del Prado.
La carrera se convirtió en una auténtica fiesta. La presencia de fotógrafos y camarógrafos convirtió el evento en un fenómeno mediático, aunque los intentos de entrevistar al ganador se vieron frustrados por la multitud que gritaba y se abalanzaba sobre las cámaras para ser grabada. Uno incluso gritó repetidamente su nombre para asegurarse de que su voz apareciera en la filmación.
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