En el pasado, esa zona estaba compuesta por callejuelas angostas, mal iluminadas y habitadas por figuras marginales o perseguidas, reflejo de un Madrid oscuro, pobre y casi fantasmal. Con la llegada de la modernidad, ese entorno fue sustituido por una arteria brillante, dinámica, donde el asfalto, los escaparates, los cines y los anuncios de neón tomaron el protagonismo.
Biblioteca Nacional de España, 1931.
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