El 12 de abril de 1615, el cardenal Belarmino escribe una carta al clérigo carmelita Paolo Antonio Foscarini mostrando sus discrepancias so
bre la tesis heliocéntrica:
“Me parece que su reverencia y el señor Galileo actúan prudentemente cuando
se contentan hablando hipotéticamente y no absolutamente, como siempre he
entendido que habló Copérnico. Decir que con la hipótesis del movimiento de la
Tierra y el reposo del Sol se explican todas las apariencias celestiales mejor
que con la teoría de las excéntricas y epiciclos, es hablar con excelente buen
sentido y no correr ningún riesgo. Esa manera de hablar es suficiente para un
matemático. Pero querer afirmar que el Sol está, en realidad, en el centro del
universo y que solamente gira sobre su eje sin ir de Este a Oeste, y que la
Tierra está en el tercer cielo y gira con la mayor velocidad alrededor del Sol,
es una actitud muy peligrosa y apta no sólo para excitar a todos los filósofos
y teólogos escolásticos, sino también para injuriar nuestra santa fe a
contradecir a las Escrituras
Como usted sabe el Concilio prohíbe exponer las Escrituras contra el común
consenso de los Santos Padres. Y si su reverencia quisiere leer, no digo sólo
los Santos Padres, sino los comentaristas modernos sobre el Génesis, sobre los
Salmos, sobre el Eclesiastés y sobre Josué, encontrará que todos convienen en
exponer literalmente, que el Sol está en el cielo y gira en torno a la Tierra
con suma velocidad, y que la Tierra está lejanísima del cielo y está en el
centro del mundo, inmóvil…
Si hubiese una verdadera demostración de que el Sol está en el centro del
mundo y la tierra en el tercer cielo, de que el Sol no rodea a la tierra sino
la Tierra al Sol, entonces sería necesario andar con mucho cuidado al explicar
las Escrituras que parecen contrarias. Habría que decir que no las entendemos,
más que decir que sea falso lo que está demostrado. Mas yo no creeré que exista
tal demostración, mientras no me la muestren: y no es lo mismo demostrar que,
si suponemos que el Sol esté en el centro y la Tierra en el cielo, se salvan
las apariencias, y demostrar que el Sol está de verdad en el centro y la Tierra
en el cielo. Porque la primera demostración creo que pueda existir, pero de la
segunda tengo grandísima duda, y en caso de duda no se debe dejar la Sagrada
Escritura, expuesta por los Santos Padres…“.
Años después, otro 12 de abril, pero de 1633, Galileo Galilei comparece
ante el Santo Oficio, la Inquisición romana, por las ideas heliocéntricas
mostradas en su libro "Diálogo sobre los dos máximos sistemas del
mundo".
Galileo durante el proceso de 1633
Cardenal Belarmino
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