miércoles, 7 de mayo de 2025

La insólita historia de Manolo Utor, que pudo ser el mejor tenor del mundo

 Nacido en la Barceloneta en 1862, trabajó cargando barcos y ayudando en una tienda de mejillones. Aunque era analfabeto y sin formación musical, poseía una voz prodigiosa que empezó a mostrar en tabernas.

Pasó seis años en prisión por una pelea en la que murió un hombre. Tras salir, comenzó a cantar ópera de oído y debutó en 1901 sin éxito, pero perseveró y logró cierto reconocimiento en pequeños teatros.

Un empresario sueco, Bern Janzen, se convirtió en su mecenas y lo ayudó a debutar en el Liceo en 1903 con La africana, donde impactó con su voz a pesar de sus múltiples limitaciones. Desde entonces, cantó en varios teatros importantes de España y América, aunque nunca alcanzó la grandeza internacional por su falta de técnica, memoria y presencia escénica. En 1911 intentó triunfar en Nueva York, pero fracasó.

Con los años, su fama decayó. Ya anciano y empobrecido, siguió cantando en cafés de barriada, donde aún emocionaba al público con momentos de brillantez.

Falleció en 1948, en la Casa de la Caridad de Barcelona. Utor nunca aspiró a ser un divo; vivió feliz entre tabernas y amigos, con una voz que emocionó a muchos, aún cuando cantaba con resaca. Fue un símbolo de una época en la que el talento natural podía brillar sin reglas.

Biblioteca Nacional de España, 1930.



No hay comentarios:

Publicar un comentario