Desde finales del siglo XIX, la Sierra de Guadarrama convirtió convertido en un destino muy valorado por los madrileños, especialmente desde que San Francisco Giner de los Ríos y los miembros de la Institución Libre de Enseñanza impulsaron su descubrimiento y disfrute. Lo que empezó como una actividad reservada a unos pocos entusiastas —que acampaban al aire libre y compartían sopas de ajo— evolucionó hacia un excursionismo más cómodo y organizado.
El auge de estas actividades fue interrumpido por la Guerra y la consiguiente crisis económica, que hizo que para muchas familias de clase media una simple excursión se volviera un lujo. A pesar de ello, varias asociaciones, como la Sociedad Deportiva Excursionista y la Sociedad Peñalara, facilitaron el acceso mediante autobuses colectivos de bajo costo y alojamientos bien equipados en la Sierra. Estas entidades permitieron que muchos ciudadanos conocieran parajes montañosos que de otro modo no habrían podido visitar.

No hay comentarios:
Publicar un comentario