Mata Hari, cuyo verdadero nombre era Margaretha Geertruida Zelle, nació el 7 de agosto de 1876 en Leeuwarden, Países Bajos. Hija de un próspero sombrerero, vivió una infancia acomodada hasta que su padre perdió la fortuna familiar. Tras el divorcio de sus padres y la muerte de su madre en 1891, Margaretha vivió con parientes y asistió a una escuela de formación docente en Leiden.
En 1895 se casó con Rudolph MacLeod, un oficial del ejército colonial neerlandés. La relación fue turbulenta: se cree que él fue abusivo y le contagió sífilis. Vivieron en las Indias Orientales Neerlandesas (Java y Sumatra) entre 1897 y 1902. Tuvieron dos hijos, pero su hijo murió a temprana edad en circunstancias poco claras: algunos afirman que fue envenenado por una niñera, mientras que otras teorías sugieren que fue víctima de los tratamientos con mercurio para la sífilis. La pareja regresó a Europa y se divorció en 1906, luego de separarse. Aunque Margaretha obtuvo inicialmente la custodia de su hija, tuvo que dejarla con su exmarido al no recibir apoyo económico.
En una situación precaria, Margaretha se reinventó como bailarina en París bajo el nombre de Lady MacLeod, y luego adoptó el seudónimo Mata Hari, que significa “ojo del día” en malayo. Alta, llamativa y con un estilo exótico inspirado en las danzas orientales, logró un rápido éxito en los escenarios europeos. Su disposición a presentarse semidesnuda y su apariencia misteriosa la convirtieron en una figura popular, especialmente entre los círculos militares y diplomáticos. Mantuvo múltiples relaciones con hombres influyentes, a menudo oficiales de alto rango.
Durante la Primera Guerra Mundial, las autoridades francesas la acusaron de espionaje a favor de Alemania. En 1915, mientras residía en La Haya, un cónsul alemán supuestamente le ofreció dinero por información que pudiera recabar en Francia. Según sus declaraciones posteriores, sí aceptó dinero alemán, pero solo entregó información irrelevante. También afirmó haber ofrecido sus servicios como espía a Francia, aunque no informó a las autoridades francesas de su vínculo anterior con Alemania.
El 13 de febrero de 1917, fue arrestada en París. Se le responsabilizó de la muerte de hasta 50.000 soldados franceses, aunque nunca se presentó evidencia sólida. Fue juzgada en julio de ese año por un tribunal militar y sentenciada a muerte. El 15 de octubre de 1917 fue fusilada. Si bien se desmintió la leyenda de que lanzó besos a sus ejecutores, parece cierto que rechazó ser vendada.
Tras su muerte, Mata Hari fue objeto de numerosos libros y películas. Con el tiempo, nuevas investigaciones sembraron dudas sobre su culpabilidad. En 1930, el gobierno alemán la exoneró, y archivos franceses desclasificados en 2017 reforzaron la idea de que fue un chivo expiatorio utilizado por Francia para encubrir sus fracasos militares. Su vida transgresora y su independencia también habrían influido en el juicio social y legal que recibió.
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