En los años previos al ascenso definitivo del nazismo, no solo los políticos o militares vieron en Adolf Hitler una figura salvadora para Alemania. También algunos intelectuales y artistas lo exaltaron como el gran redentor del espíritu nacional. Uno de ellos fue Hanns Heinz Ewers, novelista alemán conocido por obras como Mandrágora, quien llegó a describir a Hitler con tintes casi místicos.
En un artículo publicado en la prensa francesa a principios de los años 30, Ewers ofreció un retrato entusiasta del entonces líder del Partido Nacionalsocialista. Lo presentó como el hombre que emergía desde la marginación social para unir a una Alemania desmoralizada y dividida. Más allá de su retórica política, Hitler era para él un símbolo de orden, sacrificio y deber.
En un texto escrito para un periódico francés, el reconocido novelista alemán Hanns Heinz Ewers, autor de Mandrágora, trazó una semblanza notablemente elogiosa de Adolf Hitler, a quien describía como “el hombre del día en Alemania”.
Ewers relataba su primera visita a Hitler con una mezcla de reverencia y admiración, comparando la emoción del encuentro con la que se tiene al conocer a las grandes figuras del mundo. Según el escritor, Hitler no era un político más, sino el redentor de Alemania, surgido de una condición social humilde para encarnar la dignidad y la unidad nacional.
A diferencia de otros líderes, resaltaba Ewers, Hitler no ofrecía promesas a sus seguidores, sino deberes y sacrificio. Les exigía entrega total a la causa nacional, incluso hasta la vida misma. Para Ewers, el éxito del nazismo radicaba en ese llamado al deber colectivo por encima de intereses individuales o de clase. Presentaba a Hitler como un hombre sin ambiciones personales, movido únicamente por un amor absoluto a la patria alemana.
El novelista destacaba cómo Hitler había superado las divisiones políticas, sociales y religiosas, desechando la lucha de clases como un “crimen contra la patria”. Lo describía como el único capaz de unificar a Alemania y, en consecuencia, como un salvador de Europa frente al comunismo. Cerraba su semblanza afirmando que si Europa lograba liberarse del bolchevismo, sería gracias a dos hombres: Benito Mussolini y Adolf Hitler.
Durante los últimos años de la República de Weimar, Hanns Heinz Ewers se unió al Partido Nazi en 1931, atraído por su nacionalismo y su admiración por la cultura germánica. Sin embargo, pronto surgieron conflictos debido a su rechazo al antisemitismo y a sus tendencias homosexuales, lo que provocó su caída en desgracia dentro del partido. En 1934, sus obras fueron prohibidas y sus propiedades confiscadas, aunque más tarde logró que se revocaran parcialmente estas medidas gracias a sus contactos. Su último libro fue publicado en 1943, año en que murió de tuberculosis.
Pese a su importancia en la literatura de terror y fantasía, su vínculo con el nazismo dañó gravemente su reputación, y sus obras cayeron en el olvido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario