lunes, 6 de octubre de 2025

El yoyó

 El yoyó, ese pequeño juguete compuesto por dos discos unidos por un eje y sujetos a una cuerda, ha sido durante siglos mucho más que una simple diversión. Aunque hoy se asocia con la infancia y con juegos en plazas, playas o colegios, su historia es mucho más antigua y sorprendente.

Los orígenes del yoyó se remontan a más de 2.000 años. Se han encontrado registros de su uso en la antigua Grecia y en diversas culturas asiáticas, donde no solo servía como entretenimiento, sino también como objeto ritual e incluso, en ciertos casos, como arma de caza. Sin embargo, fue en Filipinas donde adoptó la forma más cercana a la actual, y desde allí viajó a Europa y posteriormente a América.

Durante el siglo XX, el yoyó se popularizó masivamente gracias a su comercialización en París primero y en Estados Unidos después, donde grandes compañías de juguetes lo convirtieron en un verdadero icono de la cultura popular. Su éxito residía en la simplicidad de su mecanismo, que permitía tanto un uso básico como la posibilidad de realizar auténticas destrezas mediante trucos y acrobacias.

Pero el yoyó no fue solo un juego. En los años 30 se transformó en una moda social en playas y salones. Décadas más tarde, resurgió como deporte de habilidad, con campeonatos internacionales que aún hoy reúnen a jugadores capaces de ejecutar impresionantes figuras y trucos espectaculares.

Su popularidad también se vio favorecida por cambios en la moda femenina. Décadas atrás, el yoyó  había fracasado en Europa porque los vestidos voluminosos y las mangas abullonadas dificultaban su manejo. Con la ropa más ligera y flexible, las jóvenes pudieron moverlo con destreza, convirtiéndolo en un  juego social. En lugares como San Sebastián, las muchachas lo usaban en la playa, en tertulias o paseos, y lo incorporaron a su interacción cotidiana con gracia y habilidad.

En  1932, una joven relató, ver imagen,  que el yoyó le servía para distraer miradas masculinas demasiado insistentes, atraer la atención de quien le interesaba o incluso evitar el contacto visual directo incómodo. 

Actualmente, el yoyó combina tradición y modernidad. Se fabrica en materiales como plástico o aluminio, y existen modelos  diseñados para competición. 

Biblioteca  Nacional de España.



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