El Monte de Piedad fue una institución benéfica creada para ofrecer préstamos a las personas más necesitadas a cambio de empeñar objetos de valor. Su origen se remonta a Italia en el siglo XV, cuando frailes franciscanos, encabezados por Bernardino de Feltre, impulsaron este sistema como una alternativa justa frente a la usura. La idea se expandió por Europa y llegó a España en 1702, de la mano del padre Francisco Piquer, quien fundó el primer Monte de Piedad en Madrid. Desde entonces, se convirtió en un refugio para las clases humildes y en el germen de lo que más tarde serían las cajas de ahorro.
La finalidad del Monte de Piedad era clara: ofrecer crédito rápido y accesible a quienes no podían acudir a los bancos, evitando que cayeran en manos de prestamistas que cobraban intereses abusivos. Más que un negocio, se trataba de una obra de caridad que buscaba preservar la dignidad de las familias, permitiéndoles recuperar sus objetos una vez saldada la deuda. Durante siglos, estas instituciones fueron parte esencial de la vida popular, especialmente en tiempos de crisis.
Un ejemplo ilustrativo de su función social lo encontramos en un artículo periodístico de 1933, que relataba la situación de miles de mujeres que habían empeñado sus máquinas de coser en el Monte de Piedad. Se contabilizaban más de tres mil máquinas guardadas en sus sótanos, cada una representando un drama familiar. Para muchas madres, esposas e hijas, la máquina de coser era el único medio de subsistencia, el instrumento con el que podían ganar un jornal y alimentar a sus familias. Al empeñarlas, quedaban privadas de su trabajo y caían en la miseria.
Ante esta realidad, el Consejo de Administración del Monte adoptó una medida ejemplar: habilitó talleres en sus sucursales para que las mujeres pudieran seguir trabajando en sus propias máquinas, aunque estuvieran empeñadas. Estos locales estaban calefaccionados, contaban con personal para reparar averías y ofrecían incluso cunas para madres con bebés lactantes. De esta manera, las obreras podían continuar cosiendo y obteniendo ingresos, preservando su dignidad y evitando que la pobreza las arrastrara aún más.
Con el paso del tiempo, los Montes de Piedad se fusionaron con las cajas de ahorro, pero tras la crisis financiera de 2008 y las reformas posteriores, estas desaparecieron como instituciones independientes.






