domingo, 31 de agosto de 2025

Los crímenes de Carabanchel

 El 13 de marzo de 1932, los vecinos de Campamento (Carabanchel) quedaron conmocionados con el hallazgo del cadáver de Luciana Rodríguez Narros, encajera de Herreruela (Toledo). Había sido degollada y despojada de todos sus objetos de valor en la llamada “vereda del soldado”. La primera investigación apuntó erróneamente contra sus primos, Leoncio y Bienvenida Alía, que fueron acusados injustamente. El caso permaneció sin resolverse hasta que, meses más tarde, otro crimen sacudió Carabanchel y permitió conectar los hechos.

El 5 de agosto de 1932, el tabernero Mariano Mejino apareció degollado y golpeado con un hacha en una casa del Arroyo de las Pavas. En el lugar fueron detenidos Julián Ramírez y Leandro Iniesta, cubiertos de sangre. En los interrogatorios confesaron este asesinato y también el de la encajera Luciana, cometido meses antes.

Ambos seguían el mismo modus operandi: engañaban a sus víctimas con promesas de negocios (una venta de encajes, una camioneta), las atraían a lugares apartados y allí las asesinaban con gran violencia para robarles.

Los procesos judiciales fueron muy seguidos por la prensa de la época.

  • Por el asesinato de Luciana Rodríguez (noviembre de 1932):

    • Julián Ramírez: condenado a 28 años de reclusión mayor y al pago de 5.000 pesetas de indemnización.

    • Leandro Iniesta: condenado a 26 años de reclusión mayor y al pago de 3.000 pesetas de indemnización.

  • Por el asesinato de Mariano Mejino (febrero de 1934):

    • Ambos recibieron nuevamente 26 años y 8 meses de prisión, además de sanciones económicas.

En total, cada uno acumulaba más de 50 años de condena, lo que equivalía a una cadena perpetua de facto, ya que la Segunda República había abolido la pena de muerte.

Aunque nunca fue acusada formalmente, la figura de Blasa Pérez apareció una y otra vez en la prensa. Propietaria de varias casas en el Arroyo de las Pavas, se decía que tenía un “millón de pesetas” guardado y que su avaricia la convertía en sospechosa.

  • Fue llamada a declarar en varias ocasiones por sus vínculos con Julián Ramírez (inquilino de una de sus propiedades) y su administrador, Alipio de Miguel.

  • La prensa la convirtió en un personaje morboso: una anciana adinerada, rodeada de intrigas y delincuentes, aunque la Justicia nunca halló pruebas en su contra.

  • Ella misma se defendía en los periódicos, afirmando que “vivía de su trabajo y sus ahorros”, y que el supuesto “millón” era una exageración popular.

En definitiva, Blasa fue un personaje mediático, no judicial. Su figura sirvió para dar un tono folclórico y sensacionalista al caso, pero nunca fue condenada.

Los llamados “degolladores de Carabanchel”, Julián Ramírez y Leandro Iniesta, quedaron retratados como dos criminales movidos por la codicia y la brutalidad. 

Arriba: en el centro, el infortunado tabernero Mariano Mejino, asesinado por Julián Ramírez y Leandro Iniesta. Abajo: a la izquierda, Leandro Iniesta y a la derecha, Julián Ramírez, autores del  asesinato de Mariano Mejino, y, según su propia confesión, autores, también, del asesinato de la encajera Luciana Rodríguez. Biblioteca Nacional de España, 1932.

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